El ensayo: una escritura que produce ideas.
Acerca de un modo de relación entre escritura y subjetividad
Oscar D. Amaya
Toda obra es un viaje, un trayecto,
pero que sólo recorre tal o cual camino exterior
en virtud de los caminos interiores que la componen,
que constituyen su paisaje o su concierto
Gilles Deleuze
Lo nuevo no está en lo que se dice,
sino en el acontecimiento de su retorno
Michel Foucault
Este género discursivo requiere que el cursante produzca una reflexión escrita en forma de prosa, caracterizada como ensayo, en términos de una interpretación acerca de las diversas temáticas abordadas con los docentes, a partir de la constitución de un punto de vista personal propio respecto de los problemas inherentes a ellas. Se trata de una producción escrita que debe ahondar en una implicación subjetiva del cursante.
La escritura del ensayo: una caracterización del
proceso del pensar en el acto de una práctica escrituraria
como autoría.
Para mí, la máxima claridad en la expresión
es una cuestión de ética, de respeto hacia aquel
a quien me dirijo: es el modo en que lo coloco
en el mismo plano que yo, que le permito
responder y por lo tanto convertirse en sujeto
de la palabra con el mismo derecho que yo
T. Todorov
La enciclopedia define al ensayo como un escrito breve
sobre una materia. El acto de llevarlo a cabo, el ensayar remite a probar,
reconocer algo antes de usarlo. (¿sentir un sabor? ¿sentir que se sabe?)
Respecto del término probar, remite a “hacer una cosa para ejecutarla mejor
después”. Otra definición de este género afirma que se trata de una “literatura
de ideas". Resulta pertinente entonces, formular la siguiente
pregunta: ¿qué se ensaya en un ensayo? Quizás saber lo que se piensa acerca de
algo: la búsqueda de un planteamiento personal por parte del cursante, de carácter
creativo y con la utilización de recursos expresivos pertinentes al género.
El ensayo se encuentra en la frontera de dos
dimensiones: la de la exposición-argumentación y la de la literatura, y hace
excursiones de la una a la otra. No se escribe un ensayo para dar conocer datos
bibliográficos o formulaciones ya dichas (decir el conocimiento), sino para
ofrecer reflexiones e implicaciones personales del ensayista a propósito de
éstas (transformar el conocimiento).
Ante los temas propuestos por el ensayista, éste debe
poder organizarse para insinuar un pensar personal o una interpretación que
crea novedosa, o bien para proponer una reevaluación de sus conocimientos a
partir de una interpretación, una experiencia o un posicionamiento desde su
identidad profesional. Una vez abierta la brecha y tendido el puente de sus
interpretaciones, el ensayista, como creador, puede dejar a colegas noveles o
experimentados el establecer la legitimidad de lo propuesto, sin renunciar él
mismo a continuarlo en otra ocasión.
Es por ello que el ensayo no se define únicamente por
el objeto de conocimiento sobre el cual se escribe, sino por la actitud
del escritor ante este objeto, actitud que puede tomar la forma de una
hipótesis, una aproximación, o una idea que se ensaya. Se trata de un género de
escritura producto de meditaciones y reflexiones que no se expanden ni culminan
sino a través del acto de escribir: lo esencial es su sentido de exploración,
su audacia y originalidad, es decir, una escritura como acción y efecto de la
aventura del pensamiento.
Dentro de los diversos tipos de ensayo existentes, uno
corresponde al ensayo crítico. Una de las fronteras entre ciencia y
literatura se encuentra en el ensayo: se lo ha llamado género
"literario-científico o disciplinar" porque parte del razonamiento
desde un campo disciplinar y de la imaginación creativa. La creación científica
arraiga, como la literaria, en la capacidad imaginativa, ésta no se puede
ignorar totalmente; sin embargo no se aparta de la naturaleza del objeto de
conocimiento que se está indagando. El ensayo comparte con el pensamiento
y la investigación científica uno de sus propósitos esenciales: la exploración
a fondo de su objeto de investigación, el aproximarse a la
"naturaleza" de los fenómenos considerados. Y comparte con el
creación estética (búsqueda de una forma) la originalidad, la intensidad y la
belleza expresiva, emanadas del trabajo inherente a esta búsqueda.
Según la intención comunicativa del autor,
los ensayos se pueden clasificar en expositivos, argumentativos,
críticos o literarios:
El ensayo expositivo, como su nombre lo
indica, expone ideas sobre un tema, presentando información alrededor del mismo
y matizando esta información con las interpretaciones del autor y opiniones
personales pertinentes alrededor del tema en cuestión.
El ensayo argumentativo tiene como
propósito defender una tesis con argumentos que pueden basarse en citas o
referencias, datos concretos de experiencias investigativas, alusiones a
modelos teóricos o fundamentos epistemológicos, por ejemplo.
El ensayo crítico caracteriza y
analiza un hecho, fenómeno, obra o situación, emitiendo juicios o
interpretaciones ponderadas por el autor. El ensayo literario expresa
la sensibilidad de su autor, utilizando el lenguaje poético.
Se sugiere que el cursante explore no una, sino
varias intenciones comunicativas: que pueda exponer ciertos aspectos de su
especialidad, o de la escritura de la práctica, pero que logre adoptar una
posición personal en torno a estas temáticas.
Partes de un ensayo
Si bien se trata de un género no fuertemente estructurado, se sugiere en las primeras experiencias de escritura observar los siguientes pasos, característicos de otros géneros como la monografía o el informe bibliográfico, entre otros. Aunque cabe una salvedad importante: en el ensayo el proceso no necesariamente se refleja en el producto. Es decir, la escritura comienza por un lugar incierto, no necesariamente decidido por el ensayista. A menudo la introducción es lo último que se escribe, y no resulta poco frecuente formular en primer término algo del orden de la conclusión.



Estilo
En el ensayo no hay en realidad un estilo definido,
sino muchos, según el carácter del autor. Por eso es complejo de lograr, ya que
se trata de plasmar una voz personal, construir desde la propia subjetividad el
sentido de autoría, que en el ensayo se constituye en su enunciación.
El autor habla por su voz, pero otras voces “institucionales” pugnan por
anunciarse, ello torna al ensayo como una polifonía del discurso, un hilado de
voces en el que el autor no debe perder la suya, para permitir la
presentación de su pensamiento a través de la escritura ensayística.
El delineamiento de un estilo debe, sin embargo,
intentar alcanzar una condición esencial de toda producción escrita: la
claridad de expresión y transparencia que permita al lector una mayor
comprensión de la autenticidad del pensamiento plasmado por el autor como
ensayista. El autor debe ensayar un rasgo de carácter
lúdico, es decir, constituirse en un todo agradable, pausado,
atractivo, y libertario. De esta forma, el ensayo podrá interesar al
lector.
Un buen ensayo, con relación a las reglas
estilísticas, debería alcanzar:





Finalidad
El ensayo puede actuar a la manera de un motor de
reflexión, generador de dudas y de interrogantes,
constituirse en un procedimiento productor de ideas nuevas. El
ensayo se constituyó como un intento destinado a diluir los designios de las
lógicas aristotélicas, para en cambio introducir al ensayista al mundo de la lógica
borrosa, donde no sólo pueda hablarse de una verdad o una falsedad, sino de
una posibilidad, una incertidumbre o una pregunta.
Con las respuestas a veces se corre el riesgo de
clausurar una indagación, por eso es importante ejercer la disciplina de dejar
de reaccionar, de responder conceptualmente o con creencias, frente a la
angustia que despierta lo incierto en un interrogante. La pregunta produce
desasosiego, suspensión, interpela a la búsqueda y no requiere apaciguar
prontamente la incertidumbre, sino intentar transitarla.
Esta manera de afrontar la pregunta sin silenciarla
con respuestas, característica del género ensayo, permite sentir la
ignorancia, soportar el no saber y aprender el significado
instituyente que hay en ese sentir, que habla del misterio del
desconocer y de preguntarse por lo desconocido, inherente a la condición
humana, y constituye una manera que permite sentir el abandono que esto
produce, abandono que no se resuelve con racionalizaciones, con respuestas
cabales o tranquilizadoras.
Esta experiencia de escritura, propone aventurarse en
una hipótesis: producir una escritura ensayística como una manera de recuperar
la capacidad de curiosidad y asombro que alguna vez, en un pasado -remoto en
ocasiones- toda persona supimos desarrollar en su pasado. La adultez cancela
muchas veces la osadía que posee la infancia. Los niños en cambio, se atreven a
quedar en la intemperie, a soportar los enigmas impuestos por una realidad que,
rompiendo su cascarón de docilidad aparente, se planta ante ellos revulsiva,
irreductible, misteriosa y desafiante. La infancia emerge como un momento vital
que asume la responsabilidad de preguntar. El ensayo, como escritura implicada
subjetivamente, puede proponerse recuperar esa potencia.
Sin embargo, para escribir un buen ensayo, no
solo se requieren ideas, preguntas, búsquedas, sino una alta dosis de
lectura pertinente, para poder escribir al respecto. La inspiración para el
ensayo no surge de la nada, surge de la experiencia lectora y escritora que se
tenga.
En síntesis, un buen ensayo, es como una buena pintura:
las frases al igual que los colores, se deben combinar de una forma pertinente.
La armonía resultante de esta mezcla es el gran secreto de los ensayistas; pero
no basta con que las ideas de un ensayo sean armoniosas, deben ser además como
los elementos de un cuadro, es decir, vivos y estéticos, para que puedan
mostrar las reflexiones o las tesis confrontadas de una forma cautivante y
atrayente.
¿De dónde viene ese afán de
preguntar, esa gran dignidad que se concede a la pregunta?
Preguntar es buscar, y buscar es buscar
radicalmente, ir al fondo, sondear, trabajar el fondo y,
en última
instancia, arrancar. Ese arrancamiento que contiene la raíz es la labor de la pregunta.
Freud dice, más o menos, que todas las preguntas que hacen los niños a diestra
y siniestra,
les sirven de sustitutos de la que no hacen, esto es, la pregunta
del origen.
Asimismo, nos interrogamos sobre todo, con el fin de mantener en
movimiento la pasión de la pregunta Interrogar, entonces, consiste
en ponerse en la imposibilidad de preguntar por medio de preguntas parciales.
La pregunta es el deseo del pensamiento. (...) es el llamado a saltar,
que no se deja retener en un resultado.
Maurice Blanchot
Bibliografía consultada
Alvarado, M.; Cortés, M. (2008) “La escritura en la
Universidad. Repetir o transformar”, En: Cano et als. (2008) Ensayo y error. “El ensayo en el taller de
escritura. Buenos Aires, EUDEBA
Bajtín, Mijail. (1995) Estética de la creación verbal.
México, Siglo XXI.
Bourdieu, P. ¿Qué significa hablar?
Carli, S.
Educación, política y subjetividad, en: Frigerio, G.; Diker, G. Educar: ese
acto político. Del estante editorial, Bs. As.
Cohen, E. (1998) “Genealogía del concepto de
subjetividad”, en Percia, M. (1998) Ensayo y subjetividad. Buenos Aires,
EUDEBA.
Crespi, Franco. (1997) Acontecimiento y estructura.
Buenos Aires, Nueva Visión.
Ranciére,
Jacques (2007) El maestro ignorante. Buenos Aires, Libros del Zorzal.
Ricoeur, Paul. (2004) La memoria, la historia, el
olvido, FCE.
Ricoeur,
Paul. (1999) Tiempo y narración, Vol. I y III, Madrid, Siglo XXI.
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