jueves, 14 de abril de 2016

dos opiniones: Gvirtz y Daneri

OPINIÓn

DEBATE

Gran ciudad o jungla urbana?

Los temas más conflictivos de la Ciudad de Buenos Aires -tránsito, inseguridad, atención de la educación y la salud- tienen como natural destinatario de reclamos al Gobierno porteño. Pero hay, también, otras miradas posibles que lo trascienden.




Qué fue de aquellos cines de nuestra infancia? La calle Lavalle desertó. Y como el humo, otros se esfumaron: Flores, Arcos y decenas de salas barrocas en viejos barrios. También los galanes (Gable, Flynn, Lancaster) y quienes marcaron la imaginación de una generación que luchaba entre la condena y la redención: Bogart, los dos John del western, Wayne y Ford (inquietante testigo del hambre en "Viñas de ira"), el cómico "matador" Gassmann, la rebeldía con causa de Monty Clift, Brando y James Dean, los perfeccionistas Laurence Olivier y Matroianni, el deslumbrante Jean Gabin o quien evitó ser derrotado por el macartismo entregando su corazón a los 39: John Garfield, primer insurrecto en el cine y la vida.

Parodiando a Albert Camus, "entonces comenzó el tiempo del exilio, de la nostalgia sin objeto", hoy se dan la mano en esta ciudad creación y negación. Si uno conoce el mítico pero modesto Hollywood comprende la falacia de esa industria planetaria. Engaña espectadores con un zapping visual similar la la tevé y travestido en salitas exhibe irreales ficciones de acción. Desdeña la puerta al cine moderno: el "neorrealismo" de Vittorio De Sica ("Ladrones de bicicletas" o aquel jubilado que hizo llorar a Chaplin, "Umberto D"), el universo emigrante ("Rocco y sus hermanos") o del "Resorgimento" liberador ("Senso") en Luchino Visconti, la mirada moral de roberto Rossellini ("Paisá" y "Europa 51"), el distanciamiento de Antonioni ("La aventura") o la salvación por la gracia del dolor en "Las noches de Cabiria", fellinianas.

A su vez, el corazón se pregunta por esas voces de la literatura que plasmaron nuestra urbe en su ficción: el sarcástico Marechal, la conciencia de la aniquilación del yo ante su doble en Borges, esa oscura visión existencial en Sábato o la politización del exiliado sin hogar en Cortázar. Menos nombrados por la "academia" son otros autores de bajo perfil o el talentoso amigo que hice en una cantina de la Vuelta de Rocha donde bailábamos tangos: Joaquín Gómez Bas ("Barrio gris"). En esta edad del héroe no heroico, muchos narramos historias ciudadanas queriendo --Platón dixit-- "llegar al conocimiento por el abismo, con una presión creadora sobre sí mismos que transgrede normas".

La tarea del artista consiste en ser aguijón de su época, decía el poeta Ezra Pound. 'Vale eso aún? Aquellos reflejaron en la pantalla y el libro nuestros dolores y fantasías. De algún modo se rebelaban contra su propio tiempo y disentían de las convenciones. Ahora hay "escritores en desuso" que trabajan en editoriales censurando a otros --pues el hábito de la lectura se evaporó y otras pantallas, las de las computadoras, nos derrotaron-- y actores cuyo único sueño es ser famosos, aunque para eso deban utilizar el descaro. 'Dónde estamos?
Ibsen escribió que no existe un pensamiento que dure veinte años; caduca o debe ser revisado. Tal vez por ello las relaciones humanas cambiaron: entre hombres y mujeres, padres e hijos, patrones y empleados. 'A qué lugar nos llevan los sueños? Hubo una fractura y el inicio del milenio trajo una multiplicidad renovadora que puede acercarnos a la belleza o al vacío.

Buenos Aires, fértil y desolada, es un sitio donde la política está demonizada por una clase media que se mira el ombligo y hormiguea el culto fetichista a los celulares y a toda máquina electrónica. Perdidos en un universo materialista renunciamos a la certeza espiritual.
'La libertad de pensamiento se tornó una abstracción sin sentido, como predijo George Orwell en "1984"? Desarraigada la palabra y vigente la cultura del ojo, 'para recorrer las calles tendremos que volver a aprender a escribir, o quizás incluso a leer? Convengamos: el mundo anterior estuvo y se ha ido. 'Surgirá de la sociedad tecnológica un hombre robótico con brillante porvenir? Tal vez, si no descuida su alma. Por ahora sólo podemos custodiar el asombro, la esperanza.

Vecinos en busca de más y mejor ciudadanía

Silvina Gvirtz 
ESPECIALISTA EN EDUCACION UNIVERSIDAD DE SAN ANDRES


La Ciudad de Buenos Aires no es una ciudad igual a otras. Es, desde hace más de un siglo, la Capital de la República. Alberga a las autoridades del gobierno nacional. Presidentes, ministros y legisladores nacionales de todas las provincias pasan gran parte de su tiempo en esta localidad. La ciudad, además, tiene el orgullo de ser el puente de comunicación interprovincial más importante del país. Los aviones salen y llegan de las provincias (mayormente) a Buenos Aires, los trenes que viajan a los más lejanos lugares del país confluyen en Buenos Aires. Las culturas de las diversas jurisdicciones son parte constitutiva de esta cara ciudad.

Al caminar por sus calles se pueden reconocer las más variadas tonadas y recoger las más diversas tradiciones de nuestras provincias. Muchos de los conflictos de nuestro país se dirimen en esta ciudad. Durante décadas este privilegio tuvo un costo: las autoridades del poder ejecutivo de la Ciudad de Buenos Aires eran designadas por el gobierno nacional.
La Ciudad no contaba con un poder judicial propio. Ser la Capital de la República traía aparejada una resignación. Eramos ciudadanos de la República Argentina y al mismo tiempo vecinos de la ciudad. Buenos Aires no era un territorio autónomo y por lo tanto éramos habitantes, vecinos, sin derechos específicos jurisdiccionales.La reforma constitucional de 1994 posiciona a la Ciudad en un nuevo lugar. Le da una nueva delimitación política, la convierte en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Las modificaciones introducidas habilitan a los porteños a una constitución propia, a elegir mediante el voto directo a los representantes en el poder ejecutivo. Nos otorgan derechos y atribuciones similares a los de una provincia. En ese preciso momento, quienes formamos parte de este pequeño terruño dejamos de ser vecinos y nos convertimos en ciudadanos. Tenemos una doble adscripción ciudadana. Tenemos derechos y deberes no sólo para con la República Argentina sino también para con la Ciudad. Ahora sólo somos vecinos de nuestros barrios, Lugano, Boedo o Caballito pero somos ciudadanos (valga la redundancia) de la ciudad. Los porteños somos muy afortunados: elegimos a todos nuestros representantes y seguimos siendo la Capital de la República Argentina.

Además, el Estado Nacional nos transfirió, luego de la reforma constitucional algunas instituciones de salud pública que eran y son referencia para todos los argentinos. Otras no dependen de la Ciudad pero están localizadas en ella. Esto trae no pocas ventajas a sus habitantes. Por todos estos motivos debemos asumir la responsabilidad que implica este privilegio. Si somos un lugar de convergencia, si somos la Capital de la República, si nos han transferido hospitales especializados cuyo costo es de millones de dólares, debemos revisar nuestra relación con el resto de los compatriotas. Privilegiar la atención y los turnos de los porteños en los hospitales pensados para todos, quejarnos porque algunos compatriotas llegan a atenderse en hospitales citadinos, decirnos vecinos en lugar de ciudadanos, nos lleva a un modelo de ciudad sobre la cual vale la pena reflexionar.

Buenos Aires está frente a una disyuntiva: puede manejarse como un barrio cerrado, pocos, amigos, sin derechos y con barreras para el exterior o puede privilegiar otro modelo, màs inclusivo y que recupere nuestra historia. Puede utilizar la novel autonomía para discriminar e institucionalizar privilegios (lo que sólo confirmaría los peores prejucios sobre los "porteños") o puede asumir cabalmente su responsabilidad como ciudad capital .Esto último requiere pensar en una ciudad en la que, nosotros, los ciudadanos de Buenos Aires, hagamos que todos los argentinos se sientan a gusto y bien recibidos. Implica pensar y construir una ciudad abierta, una ciudad amiga, una gran capital para la República Argentina.

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