Este linguista ruso elabora una teoría sobre el carácter
dialógico del lenguaje en un intento por fundar una linguística del habla,
internándose en un objeto de estudio que el linguista Saussure no abordó en
profundidad. Para ello produce la noción de enunciado,
limitado por su género de discurso, siempre orientado hacia un interlocutor y
atravesado por valoraciones histórico-ideológicas. De esto se desprende una
teoría de las relaciones humanas, para la cual es la mirada del otro la que
otorga sentido a la propia existencia de un sujeto y la completa. En el diálogo, la voz de ese otro constituye a
su semejante a través de la palabra propia, configurando una mirada donde el
sujeto se reconoce en el otro tanto en las afinidades como en las disidencias.
Bajtín plantea que el carácter dialógico del lenguaje puede ser ahogado o
disimulado por un uso de carácter autoritario y monológico.
Los discursos que se producen cotidianamente en cada
situación de la vida están configurados por ciertas pautas generales
socialmente establecidas que forman tipos de discursos. A estos tipos generales
Bajtín los denomina "géneros discursivos" definidos como conjuntos
estables de enunciados que dependen de cada esfera de la actividad humana,
caracterizados por una composición, estructura u orden del material discursivo,
un estilo o recursos gramaticales y léxicos y un tema o contenido. En otros
términos, cada esfera de la praxis produce un uso concreto de la lengua, con
tipos estables de enunciados que al encadenarse entre sí, conforman la
discursividad.
Bajtín clasifica a los géneros en simples o primarios,
cuando se trata de comunicaciones directas, espontáneas y presenciales como las
cotidianas (conversaciones familiares, diálogos de trabajo); y géneros
compuestos o secundarios cuando la comunicación es indirecta, requiere de
tecnología y el discurso se reelabora mediante la utilización de géneros
primarios (conferencia, novela, investigación científica, medios masivos).
Este autor plantea que el signo no sólo refleja un sentido
sino que refracta sentidos, es la “arena” donde transcurre el combate social
entre intereses económicos y culturales. Una palabra viva no es un sonido-lugar
en una estructura, un hecho de la lengua: las palabras no son neutras y sin
connotación afectiva, moral o política, sino que constituyen hechos del habla,
parte del torrente de la vida. Para Bajtín el signo no constituye una
abstracción definida por una posición y una diferencia asociada a un fonema,
sino un hecho material, concreto e histórico.
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